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Ella nos concede la gracia de la esperanza

Oremos ante Nuestros Amantísimos Titulares por el eterno descanso de quienes han abandonado este mundo, con la certeza de que la muerte no es el final, sino un paso más hacia la vida plena junto al Padre.

Recordemos a aquellos que han caminado antes que nosotros, a los que nos han acompañado, a los que nos han dado la vida. El recuerdo, la memoria es lo que nos arraiga a nuestro camino, en el que no estamos solos, un camino de memoria que nos lleva a las raíces. Hoy es también un día de esperanza, aguardemos la belleza de la tierra nueva, la promesa de encontrarnos, de llegar a donde está el Amor que nos creó.

Pidamos al Santísimo Cristo de la Vera-Cruz que nos otorgue la gracia de no perder nuestro camino y nos conceda Nuestra Madre la esperanza, don suyo; saber mirar y esperar en fe, porque Ellos son la Luz que nos guía.

Nuestra Excelsa Madre se muestra ataviada con terno liso de terciopelo negro, donde la luz de su Bendito Rostro queda enmarcada por antiguo tul de plata. En su pecho porta antiguo puñal  (XVIII)  de plata y piedras preciosas: ágatas y granates y antiguo broche de plata y marquesitas, pendiendo de su pecherín estrena corazón traspasado, en plata sobredorada. Asimismo, es estreno para esta ocasión cíngulo de corbatas con lazada, bordado en oro de realce con incrustaciones de gemas y antiguas pedrerías de azabache y circonio. En su mano derecha, antiguo pañuelo en punto duquesa; y en su mano izquierda, antiguo rosario de filigrana cordobesa en plata. Coronada de aureola de estrellas y media luna a sus pies.